12 años, 53 kilos, pelo
negro, ojos oscuros.
Gustos: leche, pan y
acostarse en el prado patas arriba.
Uma mañana la conocí, creo
que era uno de sus peores días, sus dueños habían vendido la casa donde siempre
vivió y no tenían más espacio para ella. Me acerque, no voy a decir que fue
fácil, su tamaño intimida, pero no retrocedí, cogí su cabeza entre mis manos y
la conexión fue inmediata, las dos sentimos que no había nada que temer.
Ese día fuimos a ver una posibilidad
de un nuevo hogar para ella, pero por miedo esa puerta se cerró, pero
continuamos en la lucha. Al día siguiente una nueva puerta se abrió, algunos
amigos encontraron ternura en sus ojos y decidieron aceptar el desafío. Así, de
un día para otro allá estaba ella, en una nueva casa, con personas que no
conocía y dejando atrás su antigua vida.
Como en toda relación es necesario
conocerse, aceptarse, quererse entonces, el tiempo paso dejando las cosas la
vida andar, pero ella decidió que no le gustaban algunas cosas de su nueva
vida, así que el problema regreso, era necesario encontrar un nuevo hogar para
ella.
Las posibilidades no eran
las mejores, así que su dueño de toda la vida decidió salir de casa y buscar un
espacio para ellos dos y lo encontró en medio del paraíso. Hace algunos meses
viven allá, aprovechando el tiempo y el espacio, disfrutando de las noches acostados
en el prado viendo un cielo perfectamente estrellado.
Un día me senté a
observarlos y me di cuenta que existe un gran amor entre ellos, ahí está él
siempre dispuesto a cuidarla, consentirla y ahí está ella “la primera dama”
siempre atenta, siempre lista para dar y recibir amor, siempre cómplice.
Me gusta estar cerca de
ellos, robar un poco de ese sentimiento. Ella me aceptó (eso no pasa con todas
las personas) y ahora es una gran amiga, le gusta mi compañía, le gusta que yo
la consienta, me escucha atentamente, no me juzga, puedo hablar con ella de
cualquier cosa y su mirada me da la respuesta, puedo preguntar si ese gran amor
que está preso en mi pecho un día va a ser correspondido (ella me mira con cara
de “me pregunta en serio?, otra vez con esa historia?”), puedo hablar de esa
persona (ella me mira con cara de “sí, es chévere, pero que le hacemos, cierto?”),
también le he preguntado si un día voy a tener la oportunidad (ella me mira con
cara de “Ud ya sabe, la fila anda, busca otras posibilidades”), al final
siempre me mira pidiéndome para no parar de consentirla.
Decidí escribir este post
porque en estos día ella se enfermó, hay me dio la depre porque no podía ayudarla,
me siento de manos atadas, no sé qué hacer, solo quedarme cerca esperando
noticias. Hoy las noticias fueron positivas, está reaccionando a la medicina,
vamos a tenerla por aquí más tiempito…. Ojalá un día sus respuestas cambien y
así la esperanza vuelva a mi corazón.
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